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La ortodoncia, en las últimas décadas, ha sufrido cambios importantes y ha comenzado a incorporar pacientes de todas las edades. Con la aparición de la adhesión directa, los brackets cerámicos y la ortodoncia lingual, cada vez más adultos aceptan el tratamiento de ortodoncia, lo que ha llevado al especialista a tener que asumir nuevos retos, como el tratamiento de pacientes periodontales.
Los aparatos de ortodoncia son el instrumento del que dispone el ortodoncista para corregir la maloclusión y, con su acción, se mejora no solo el estado de los dientes, sino también el de las encías y los maxilares, aunque se debe extremar el cuidado en la limpieza de los dientes para evitar la retención de alimentos. . En términos generales, se puede afirmar que la ortodoncia solo aumenta el riesgo de padecer enfermedad periodontal si se realiza una técnica de cepillado inadecuada, no se utiliza hilo dental o el ortodoncista no acude a las revisiones.
Sin embargo, en ocasiones, los movimientos de ortodoncia pueden estar relacionados con la aparición de problemas periodontales, por lo que el ortodoncista debe tener en cuenta no solo la situación del hueso y los tejidos dentarios, sino también de los tejidos blandos periodontales.
Si la inflamación del periodonto no está controlada; si existe falta de control oclusal en individuos susceptibles periodontalmente, o si existe imposibilidad de retención de los dientes después del tratamiento, displasias esqueléticas severas o problemas de hábitos musculares, el tratamiento de ortodoncia en pacientes periodontales estará contraindicado. En cambio, en pacientes periodontalmente estables, la ortodoncia es un tratamiento seguro.
Realizar una evaluación periodontal previa al tratamiento de ortodoncia evitará o reducirá las posibilidades de sufrir secuelas periodontales desencadenadas por los movimientos de ortodoncia.
